Había estado pensando en escribir este post desde hace un par de días, pero no sabía ni por dónde empezar. Me puse a leer lo que escribí en posts anteriores y me encontré con uno de hace poco en el que expuse las posibilidades de regresar a mi país.
Hoy quiero contar a todos ustedes que es casi un hecho que vuelva a México.
Empiezo copiando y pegando esto:
"4.- No estoy en México. Es para reírse, claro, pero es la verdad; mientras más tiempo pase lejos de mi país, mejor. No porque lo odie, sino porque así me ayudará a reflexionar muchas cosas más de las que ya he reflexionado, a madurar como persona y a asentar una realidad que me ha costado trabajo aceptar desde que me subí al avión.
La posibilidad de regresar a mi país es lamentablemente alta, mis lectores. A veces, la realidad se lo traga a uno de manera inexorable. El destino de uno puede ser alterado pero no cambiado, y en donde me quiera tener, me tendrá. Si quiere que me quede en otro país, así será, pero si quiere que regrese, entonces no podré hacer nada, sólo estaría prolongando lo inevitable."
Bien, pues se preguntarán si esto fue un éxito o un fracaso. Y como la meta inicial era irme de Guadalajara y no volver jamás, entonces es un fracaso. No tengo ningún problema en admitirlo. Si quieren pensar que la vida me quiso dar una lección, háganlo. Que me fui por las razones incorrectas, que debí irme para "perseguir mi sueño" cuando en realidad sólo lo hice porque estaba harto de mi ciudad y de mi vida, es irrelevante ya. No cambia las cosas.
Un sabio dijo: "en la vida no hay éxitos ni fracasos, simplemente experiencias." Mi intención no es justificarme ni ocultarme detrás de esa frase, aunque eso sea precisamente lo que siento en estos momentos, es sólo que trato de hacerles ver el trasfondo de las cosas que me llevaron a tomar esta decisión. Aquí voy...
Se suponía que iba a tratar de quedarme en este país. Sin embargo, desde que llegué aquí, no hice más que encontrarme con obstáculos enormes; con muros que, al menos para mí, eran casi imposibles de derribar. Nadie dijo que esto sería fácil, pero tampoco tan difícil. Así que pensé que tal vez la vida no me quería aquí o estaba tratando de demostrarme algo.
Vine a este país a luchar. Pero lo que ustedes no saben...es que sí, vine a luchar...pero contra mi peor enemigo: yo.
Yo fui la razón por la que no se dieron las cosas. Y aunque estoy convencido de que de todos modos no se hubieran dado, pues esa fue la sensación que viví durante estos cuatro meses acá, no cabe duda de que el muro más inquebrantable de todo este viaje fue mi estúpido orgullo.
Al principio creí que lo único que necesitaba hacer era derrotarlo. Vencer a ese otro yo. Pero finalmente me di cuenta de que lo que tenía que hacer...era aceptarlo.
Para que se rían un poco, esto fue lo que pasó:
Yo (humildad): "Por lo que veo, no tengo otra alternativa más que la de conseguir trabajo. Ser empleado. Mi carrera literaria tomará mucho tiempo en rendir frutos y no tengo ninguna fuente de ingresos segura mientras tanto."
Yo (orgullo): "¿Estás idiota? En Guadalajara tenías tu propio negocio, eras tu propio jefe, y te costó un puto huevo y la mitad de otro el conseguirlo. No pienso ser empleado de nadie. Vete al carajo."
Yo (humildad): "Pero vine a perseguir mi carrera como escritor...y eso es lo que necesito hacer para lograrlo."
Yo (orgullo): "En México tenías una carrera iniciada, un grupo creciente de lectores y un lugar en convenciones de Anime. Aquí no tienes ni madres y a nadie le importa que seas escritor porque ya hay un chingo. Además, puedes perseguir tu carrera desde cualquier lado mientras tengas Internet."
Para no hacerles el teatro largo, estuve absorto en ese tipo de discusiones idiotas y debates conmigo mismo todo el tiempo.
Al principio intenté hacer las cosas a mi manera; intenté generar ingresos haciendo lo que mejor sabía, pero sucedió que en este país no es negocio y no hay oportunidad de hacerlo, al menos no de la manera que yo conozco.
Me dije a mí mismo que tenía que haber una manera de salirme con la mía. Quizás la haya, pero ya no hay tiempo. Ya casi no me queda dinero para mantenerme en este país.
Así que, a final de cuentas, no existía otra alternativa más que la de resignarme a buscar trabajo. Pero bueno, "al menos voy a preguntar en todos esos lugares donde sé que no me van a hacer la vida miserable (porque, ¿para qué mierdas me fui de México si lo único que voy a hacer es...seguir siendo miserable? No tiene sentido.)"
Pregunté pero no solicitaban personal o no contrataban turistas sin visa o sin papeles.
Pasó el tiempo y se me acabaron las opciones. ¿Qué iba a hacer? Pues resignarme a conseguir trabajo en donde se pudiera.
Si estoy escribiendo este post, no necesito dar a conocer el resultado a eso último.
Construí algo muy valioso e importante en México. Por más que odie vivir ahí, no puedo negar que es el ÚNICO lugar en donde pude conseguirlo y en cualquier momento puedo volver para seguir construyéndolo y, más importante que nada, protegerlo. Mi orgullo dice eso y tal vez el objetivo no era vencerlo, sino aceptarlo. Aceptar que humildad y orgullo, juntos hacen una persona completa y nunca podrán vivir una sin la otra. Porque mi orgullo tiene razón, me costó mucho trabajo construir mi negocio y mi carrera literaria como para mandarlo todo a la fregada sólo porque "me caga la sociedad mexicana".
Entonces llegó el día en que me pregunté: ¿Vale la pena seguir "luchando" aquí? Y otra mucho más importante que fue la que derramó el vaso: ¿QUÉ ME ATA AQUÍ?
La respuesta es nada. No sé si fue mala suerte, o el destino tuvo que ver, o estuve tan ocupado tratando de derrotar a mi otro yo, etcétera, pero no encontré ni una sola causa para seguir haciéndolo. Para hacer algo en la vida, y ustedes estarán de acuerdo, se necesitan dos cosas: necesidad o motivación. En este país, no tengo ninguna de las dos. Y encima tener que lidiar con mi puta esquizofrenia sólo complica las cosas mucho más, hasta un punto de ebullición infinito.
Pues resulta que no estaba listo para mandar toda mi vida a la chingada y empezar desde ceros acá. Cuando digo "desde ceros", lo hago literalmente. Como cuando sales de la escuela y no tienes palancas ni carrera, y te dispones a buscar chamba donde te la den. Ya pasé por eso y no quiero volver a pasar por eso. Pero todo es circunstancial. Quizá si me hubiese llegado una oportunidad laboral, la habría tomado sin pensarlo. Pero eso no ocurrió.
Nada me ata aquí. Los amigos que hice y los lazos que conseguí: o no me sirven de nada ahorita o hace falta fortalecerlos más. Eso toma tiempo, algo que ya no tengo. Habrá que seguir haciéndolo desde una locación segura.
Ahora, no crean que voy a volver con la cola entre las patas a pedir disculpas. Eso jamás. Si regreso, seguiré detestando la mentalidad mexicana que me obligó a irme en primer lugar y tarde o temprano volveré a largarme. La diferencia será que, la próxima vez que lo haga, será con algo sólido. Algo seguro. Y no irme a la aventura, a ver qué, sólo para terminar peleado conmigo mismo. Esta experiencia, este viaje, me dejó eso muy claro: hay que conocerse a sí mismo y ver hasta dónde se es capaz de llegar para cumplir sus metas.
Así que no considero esto un fracaso, pero respetaré si tú lo quieres ver así. Yo vine aquí y me di cuenta de cómo están las cosas, de qué se tiene que hacer para esto y lo otro, y ahora que lo sé sólo me hace falta ponerlo en práctica a mi manera y no a la de otros.
Mis respetos para los que se avientan a esa otra vida, en ese otro país, sin nada, y lo logran. Mis respetos y admiración total, me quito el sombrero ante aquellos que terminan lavando platos en un restaurante o limpiando baños o siendo albañiles, esto sea para cumplir sus sueños o simplemente para ganar dinero. Lamentablemente, yo no soy así. Yo soy una maldita sabandija que siempre busca la manera de hacer las cosas a su modo y salirse con la suya.
Me quedan un par de semanas aquí. Estoy a la espera de un milagro para ver si consigo quedarme, pero ya no me puedo enfocar en eso. Extraño muchísimas cosas de mi vida allá. Estar lejos de ellas me hizo comprender algo muy importante: que sí las valoraba pero no lo suficiente como para luchar por ellas. Como para protegerlas. Si consigo quedarme aquí, tendré que lidiar con eso y poner en balanza si realmente vale la pena seguir aquí o de plano regresar a recuperar lo que perdí. Porque, si consiguiera trabajo aquí o alguna fuente de ingresos segura, tendría que vivirla y valorarla hasta el punto de preguntarme: ¿esto es realmente lo que quiero hacer con mi vida? ¿Cuánto tiempo tendré que estar así hasta que mi carrera literaria rinda frutos? Nadie sabe lo que le depara el futuro, mucho menos yo. Y no puedo planear mi vida ni mi carrera en base a elementos desconocidos. Necesito tener el camino claro y por fin lo tengo. Por desgracia, ese camino (al menos no por ahora) no se encuentra en Inglaterra.
¿Cuál es ese camino? Terminar este poderoso proyecto que empecé durante este viaje, pues es un libro demasiado importante, demasiado ambicioso, y que seguramente cambiará el rumbo de mi vida para siempre. Así es, este libro en el que estoy trabajando es el más importante de toda mi carrera. Dudo que termine impreso de manera independiente y ante ustedes en convenciones...esto es tan grande que va para crowdfunding o, mejor aún, editoriales. Ya, ya sé que ya saben lo que pienso de las editoriales pero ese es otro tema que tendré que desarrollar en otro momento. En un post a futuro cercano lo explicaré a detalle; un post donde les cuente cómo encontré finalmente el camino a seguir.
Así que sólo me queda por responder: ¿volveré a México? Ya tengo un pie allá, lectores. Sólo falta poner el otro y hay un 90% de probabilidades, o más, de que suceda. Es casi un hecho. Y si regreso, ¿me quedaré allá? Hay un 90% de probabilidades, o más, de que no. Esto apenas es el comienzo. El inicio del verdadero camino que elegí seguir.
Pero ¿quién sabe? Todo puede pasar en esta vida. A lo mejor en un par de días anuncio que me quedo, pero meh...a estas alturas, ya sé lo que tengo que hacer y no me importa el resultado. Ya veremos.
Como dije antes, nadie sabe lo que le depara el futuro.
"Tendrás malos tiempos en tu vida, pero siempre te harán darte cuenta de las cosas a las que no les estabas poniendo atención".
-Robin Williams.
La posibilidad de regresar a mi país es lamentablemente alta, mis lectores. A veces, la realidad se lo traga a uno de manera inexorable. El destino de uno puede ser alterado pero no cambiado, y en donde me quiera tener, me tendrá. Si quiere que me quede en otro país, así será, pero si quiere que regrese, entonces no podré hacer nada, sólo estaría prolongando lo inevitable."
Bien, pues se preguntarán si esto fue un éxito o un fracaso. Y como la meta inicial era irme de Guadalajara y no volver jamás, entonces es un fracaso. No tengo ningún problema en admitirlo. Si quieren pensar que la vida me quiso dar una lección, háganlo. Que me fui por las razones incorrectas, que debí irme para "perseguir mi sueño" cuando en realidad sólo lo hice porque estaba harto de mi ciudad y de mi vida, es irrelevante ya. No cambia las cosas.
Un sabio dijo: "en la vida no hay éxitos ni fracasos, simplemente experiencias." Mi intención no es justificarme ni ocultarme detrás de esa frase, aunque eso sea precisamente lo que siento en estos momentos, es sólo que trato de hacerles ver el trasfondo de las cosas que me llevaron a tomar esta decisión. Aquí voy...
Se suponía que iba a tratar de quedarme en este país. Sin embargo, desde que llegué aquí, no hice más que encontrarme con obstáculos enormes; con muros que, al menos para mí, eran casi imposibles de derribar. Nadie dijo que esto sería fácil, pero tampoco tan difícil. Así que pensé que tal vez la vida no me quería aquí o estaba tratando de demostrarme algo.
Vine a este país a luchar. Pero lo que ustedes no saben...es que sí, vine a luchar...pero contra mi peor enemigo: yo.
Yo fui la razón por la que no se dieron las cosas. Y aunque estoy convencido de que de todos modos no se hubieran dado, pues esa fue la sensación que viví durante estos cuatro meses acá, no cabe duda de que el muro más inquebrantable de todo este viaje fue mi estúpido orgullo.
Al principio creí que lo único que necesitaba hacer era derrotarlo. Vencer a ese otro yo. Pero finalmente me di cuenta de que lo que tenía que hacer...era aceptarlo.
Para que se rían un poco, esto fue lo que pasó:
Yo (humildad): "Por lo que veo, no tengo otra alternativa más que la de conseguir trabajo. Ser empleado. Mi carrera literaria tomará mucho tiempo en rendir frutos y no tengo ninguna fuente de ingresos segura mientras tanto."
Yo (orgullo): "¿Estás idiota? En Guadalajara tenías tu propio negocio, eras tu propio jefe, y te costó un puto huevo y la mitad de otro el conseguirlo. No pienso ser empleado de nadie. Vete al carajo."
Yo (humildad): "Pero vine a perseguir mi carrera como escritor...y eso es lo que necesito hacer para lograrlo."
Yo (orgullo): "En México tenías una carrera iniciada, un grupo creciente de lectores y un lugar en convenciones de Anime. Aquí no tienes ni madres y a nadie le importa que seas escritor porque ya hay un chingo. Además, puedes perseguir tu carrera desde cualquier lado mientras tengas Internet."
Para no hacerles el teatro largo, estuve absorto en ese tipo de discusiones idiotas y debates conmigo mismo todo el tiempo.
Al principio intenté hacer las cosas a mi manera; intenté generar ingresos haciendo lo que mejor sabía, pero sucedió que en este país no es negocio y no hay oportunidad de hacerlo, al menos no de la manera que yo conozco.
Me dije a mí mismo que tenía que haber una manera de salirme con la mía. Quizás la haya, pero ya no hay tiempo. Ya casi no me queda dinero para mantenerme en este país.
Así que, a final de cuentas, no existía otra alternativa más que la de resignarme a buscar trabajo. Pero bueno, "al menos voy a preguntar en todos esos lugares donde sé que no me van a hacer la vida miserable (porque, ¿para qué mierdas me fui de México si lo único que voy a hacer es...seguir siendo miserable? No tiene sentido.)"
Pregunté pero no solicitaban personal o no contrataban turistas sin visa o sin papeles.
Pasó el tiempo y se me acabaron las opciones. ¿Qué iba a hacer? Pues resignarme a conseguir trabajo en donde se pudiera.
Si estoy escribiendo este post, no necesito dar a conocer el resultado a eso último.
Construí algo muy valioso e importante en México. Por más que odie vivir ahí, no puedo negar que es el ÚNICO lugar en donde pude conseguirlo y en cualquier momento puedo volver para seguir construyéndolo y, más importante que nada, protegerlo. Mi orgullo dice eso y tal vez el objetivo no era vencerlo, sino aceptarlo. Aceptar que humildad y orgullo, juntos hacen una persona completa y nunca podrán vivir una sin la otra. Porque mi orgullo tiene razón, me costó mucho trabajo construir mi negocio y mi carrera literaria como para mandarlo todo a la fregada sólo porque "me caga la sociedad mexicana".
Entonces llegó el día en que me pregunté: ¿Vale la pena seguir "luchando" aquí? Y otra mucho más importante que fue la que derramó el vaso: ¿QUÉ ME ATA AQUÍ?
La respuesta es nada. No sé si fue mala suerte, o el destino tuvo que ver, o estuve tan ocupado tratando de derrotar a mi otro yo, etcétera, pero no encontré ni una sola causa para seguir haciéndolo. Para hacer algo en la vida, y ustedes estarán de acuerdo, se necesitan dos cosas: necesidad o motivación. En este país, no tengo ninguna de las dos. Y encima tener que lidiar con mi puta esquizofrenia sólo complica las cosas mucho más, hasta un punto de ebullición infinito.
Pues resulta que no estaba listo para mandar toda mi vida a la chingada y empezar desde ceros acá. Cuando digo "desde ceros", lo hago literalmente. Como cuando sales de la escuela y no tienes palancas ni carrera, y te dispones a buscar chamba donde te la den. Ya pasé por eso y no quiero volver a pasar por eso. Pero todo es circunstancial. Quizá si me hubiese llegado una oportunidad laboral, la habría tomado sin pensarlo. Pero eso no ocurrió.
Nada me ata aquí. Los amigos que hice y los lazos que conseguí: o no me sirven de nada ahorita o hace falta fortalecerlos más. Eso toma tiempo, algo que ya no tengo. Habrá que seguir haciéndolo desde una locación segura.
Ahora, no crean que voy a volver con la cola entre las patas a pedir disculpas. Eso jamás. Si regreso, seguiré detestando la mentalidad mexicana que me obligó a irme en primer lugar y tarde o temprano volveré a largarme. La diferencia será que, la próxima vez que lo haga, será con algo sólido. Algo seguro. Y no irme a la aventura, a ver qué, sólo para terminar peleado conmigo mismo. Esta experiencia, este viaje, me dejó eso muy claro: hay que conocerse a sí mismo y ver hasta dónde se es capaz de llegar para cumplir sus metas.
Así que no considero esto un fracaso, pero respetaré si tú lo quieres ver así. Yo vine aquí y me di cuenta de cómo están las cosas, de qué se tiene que hacer para esto y lo otro, y ahora que lo sé sólo me hace falta ponerlo en práctica a mi manera y no a la de otros.
Mis respetos para los que se avientan a esa otra vida, en ese otro país, sin nada, y lo logran. Mis respetos y admiración total, me quito el sombrero ante aquellos que terminan lavando platos en un restaurante o limpiando baños o siendo albañiles, esto sea para cumplir sus sueños o simplemente para ganar dinero. Lamentablemente, yo no soy así. Yo soy una maldita sabandija que siempre busca la manera de hacer las cosas a su modo y salirse con la suya.
Me quedan un par de semanas aquí. Estoy a la espera de un milagro para ver si consigo quedarme, pero ya no me puedo enfocar en eso. Extraño muchísimas cosas de mi vida allá. Estar lejos de ellas me hizo comprender algo muy importante: que sí las valoraba pero no lo suficiente como para luchar por ellas. Como para protegerlas. Si consigo quedarme aquí, tendré que lidiar con eso y poner en balanza si realmente vale la pena seguir aquí o de plano regresar a recuperar lo que perdí. Porque, si consiguiera trabajo aquí o alguna fuente de ingresos segura, tendría que vivirla y valorarla hasta el punto de preguntarme: ¿esto es realmente lo que quiero hacer con mi vida? ¿Cuánto tiempo tendré que estar así hasta que mi carrera literaria rinda frutos? Nadie sabe lo que le depara el futuro, mucho menos yo. Y no puedo planear mi vida ni mi carrera en base a elementos desconocidos. Necesito tener el camino claro y por fin lo tengo. Por desgracia, ese camino (al menos no por ahora) no se encuentra en Inglaterra.
¿Cuál es ese camino? Terminar este poderoso proyecto que empecé durante este viaje, pues es un libro demasiado importante, demasiado ambicioso, y que seguramente cambiará el rumbo de mi vida para siempre. Así es, este libro en el que estoy trabajando es el más importante de toda mi carrera. Dudo que termine impreso de manera independiente y ante ustedes en convenciones...esto es tan grande que va para crowdfunding o, mejor aún, editoriales. Ya, ya sé que ya saben lo que pienso de las editoriales pero ese es otro tema que tendré que desarrollar en otro momento. En un post a futuro cercano lo explicaré a detalle; un post donde les cuente cómo encontré finalmente el camino a seguir.
Así que sólo me queda por responder: ¿volveré a México? Ya tengo un pie allá, lectores. Sólo falta poner el otro y hay un 90% de probabilidades, o más, de que suceda. Es casi un hecho. Y si regreso, ¿me quedaré allá? Hay un 90% de probabilidades, o más, de que no. Esto apenas es el comienzo. El inicio del verdadero camino que elegí seguir.
Pero ¿quién sabe? Todo puede pasar en esta vida. A lo mejor en un par de días anuncio que me quedo, pero meh...a estas alturas, ya sé lo que tengo que hacer y no me importa el resultado. Ya veremos.
Como dije antes, nadie sabe lo que le depara el futuro.
"Tendrás malos tiempos en tu vida, pero siempre te harán darte cuenta de las cosas a las que no les estabas poniendo atención".
-Robin Williams.