miércoles, 29 de marzo de 2017

REFLEXIÓN

Han pasado casi tres meses desde que llegué a vivir temporalmente a este maravilloso país. Desde el principio estuve observando las numerosas diferencias que hay entre México e Inglaterra y, aunque no son tan relevantes, me han ayudado a entender muchas cosas sobre mi vida y mi carrera como escritor.

En este corto período de tiempo he aprendido que el negocio de la literatura es bastante similar al de nuestro país, pero a su vez muy distinto. En México, la gente casi no lee, eso es un hecho incuestionable. Sin embargo, en el transcurso de los últimos años pude notar que eso empezaba a cambiar, y que cada vez veía más gente con un libro en la mano en los parques, plazas o, mayoritariamente, en los camiones. Aun así, la mayoría de los mexicanos no tiene aprecio cultural por la literatura. Mientras que en Inglaterra es totalmente lo contrario. La gente lee muchísimo más y ves tiendas por todos lados que venden libros (desde tiendas de auto-servicio, segunda mano, caridad y hasta en las tiendas de abarrotes). Creerán que esto es un aspecto muy benigno para el mundo literario y, en parte sí lo es, pero es gracias a ello que los libros, al menos los usados (aunque estén como nuevos) son baratísimos. Estoy hablando de libros gruesos, best sellers y populares que encuentras en tan sólo una o dos libras (entre 30 y 50 pesos) cada uno. Lo que significa que la esperanza de convertir la literatura en un buen negocio, no es muy fácil que digamos cuando hay competencia de sobra en todos lados.

El problema, no solamente en este país, es que hoy en día hay muchísima oferta y muy poca demanda. Internet consiguió que surgieran artistas por todos lados y que todo fuese gratis y que la gente dejara de pagar el arte. Así que, como podrás ver y entender, la situación, en pocas palabras, está igual en todo el planeta.

Entonces, ¿a qué vine? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué sigo aquí? ¿Será que no importa dónde viva, las posibilidades de triunfar como escritor son las mismas? Porque, desgraciadamente, no veo el camino por ningún lado. Me siento como un hombre armado, listo para combatir, pero en medio del desierto. No sé a dónde ir ni qué hacer. Y sentirse así es horrible, al menos al principio, porque te das cuenta de que viniste con una fantasía en lugar de con una realidad.
Sin embargo, ya tengo unas cuantas semanas que dejé de preocuparme por eso. He estado viviendo en un nicho conformista, con una mentalidad positiva y agradecida, y olvidándome del hecho de triunfar o no. Es preciso decir que, cuando uno no sabe hacia dónde ir, no le queda de otra más que seguir buscando el camino o esperar a que éste se le muestre.

Cuatro poderosas razones son las que me mantienen un poco alejado de la angustia y con la cabeza en alto:

1.- Poco antes de salir de mi país, empecé con la idea de un nuevo libro (en inglés), el cual he estado escribiendo desde que llegué a Inglaterra. Un libro de fantasía oscura y horror psicológico pero basado en hechos históricos que ocurrieron en este país durante el siglo XIX. No revelaré más por ahora, pero comento que es un proyecto bastante ambicioso, al cual le he metido mucha investigación y cuyo objetivo es el de escribir sobre cada ciudad o país que visite durante mi ausencia.

2.- La experiencia de visitar otro país, otro continente, otro mundo completamente diferente, es inigualable. Así que, al menos como turista e investigador, me la he pasado bastante bien.

3.- Contactos. Actualmente vivo en un edificio para estudiantes de post-grado...internacionales! Sólo imaginen que ya hice amistad con gente de Francia, Italia, Polonia, Holanda, Eslovaquia, España e Inglaterra. Sentarse a convivir con gente de diferentes países y diferentes culturas no tiene madre, es una sensación fantástica y surrealista que no puedo describir. Y tener contactos, hacer contactos, es algo que estoy seguro algún día me servirá de mucho.

4.- No estoy en México. Es para reírse, claro, pero es la verdad; mientras más tiempo pase lejos de mi país, mejor. No porque lo odie, sino porque así me ayudará a reflexionar muchas cosas más de las que ya he reflexionado, a madurar como persona y a asentar una realidad que me ha costado trabajo aceptar desde que me subí al avión.

La posibilidad de regresar a mi país es lamentablemente alta, mis lectores. A veces, la realidad se lo traga a uno de manera inexorable. El destino de uno puede ser alterado pero no cambiado, y en donde me quiera tener, me tendrá. Si quiere que me quede en otro país, así será, pero si quiere que regrese, entonces no podré hacer nada, sólo estaría prolongando lo inevitable.

Vivir aquí me hizo abrir los ojos en algo que no había visto antes: no vine aquí a cumplir mi sueño. Yo ya cumplí mi sueño; el simple hecho de publicar un libro, venderlo y que alguien te busque para decirte que significó algo, que le conmovió, que le fascinó, es precisamente el sueño hecho realidad. Mi vida ahora se basa en simples metas, algunas pequeñas y otras grandes, el chiste es mantener ese sueño en la realidad y no en la fantasía. Así que no todo está perdido. Si logré irme de México es por algo. Si sigo aquí es por algo, y seguiré observando y esperando hasta que se muestre el camino a seguir. Que, aunque el futuro sea incierto, sé que será para bien y no para mal y cualquiera que sea el resultado, estaré orgulloso de haber vivido una experiencia inolvidable.

Gracias por leerme, que estén bien.

Saludos.