“Voy a destruir tu pinche mundo de porquería. Tu
asquerosa humanidad plagada de irrespetuosos pendejos. Tú hablas de salvación
pero yo no veo ninguna. ¿Dónde está la salvación cuando todo es destrucción?”
El mundo estaba habitado por individuos repletos de
odio, irrespeto y prejuicio, detestándose unos a los otros, quemándose mutuamente, asesinándose
mentalmente. ¿Acaso Dios prefería las llamas imaginarias a las reales? Las
almas de todos ellos siempre estuvieron encauzadas al maldito desprecio.