miércoles, 31 de diciembre de 2014

2015




Para mostrar que al menos me importa un poco el supuesto "Año Nuevo", les dejo un pequeño fragmento de mi nuevo libro, del cual aún no pienso revelar el nombre ni la fecha de lanzamiento oficial. Que tengan todos ustedes mis seguidores un feliz 2015 y muchas gracias por apoyarme.


Dentro de los escondrijos, los pasillos contiguos, de este lugar, se encontró la niña de largos y lacios cabellos negros, abrazando su pequeño oso de felpa. Caminaba descalza, dejando enrojecidas huellas de infame oscuridad en el suelo grisáceo de mármol. Avanzaba hacia la única posible salida de aquel sitio tan desagradable, dejando atrás un paradigma perfecto de muerte inenarrable. Allá se había quedado el rojo fuerte de la sangre derramada en una habitación pequeña. Los dos cadáveres envueltos en su asquerosa piel lacerada, desmembrados y deformes, chuecos, torcidos, con los ojos completamente abiertos como si contemplasen la desgracia horrorosa. Del hombre podían verse sus músculos laterales, en el rostro, cayéndose cada gota de sangre a punto de coagular. Estaba tendido en el suelo, con un crucifijo de madera enterrado en la frente, exactamente entre sus dos ojos enormes. El otro cuerpo, de la mujer, se encontraba boca abajo y con un puñado de copas plateadas encajadas en su cuello. Todavía se podía mirar el ojo izquierdo contemplando hacia el vacío, hacia la puerta abierta por donde las ensangrentadas huellas de pequeños pies habían iniciado su peregrinaje. Sus cabellos negros eran una mezcla repugnante del líquido aquél que se usa en el cáliz. Sus brazos retorcidos en una posición imposiblemente humana, su cintura con docenas de apuñaladas, agujeros negros, y su cráneo hecho pedazos.